BDSM

Buscando al dominante perfecto

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Quizá sea debido a que muchas mujeres pensamos en un hombre ideal, bien que vemos películas donde nos muestran a un hombre ideal, o leemos libros donde los personajes masculinos son perfectos, eso nos hace buscar en la vida real algo así. Pero ni todos los hombres son príncipes azules, ni todos son sapos. Es decir, que puede no haber una persona perfecta, y eso también se incluye en los dominantes.

Un dominante, lejos del rol que tiene, es una persona y, como tal, también puede equivocarse o tener necesidades, por ejemplo de que, de vez en cuando, no tenga que estar pendiente de la otra persona y sea esa otra quien lo cuide. No podemos pretender tener a nuestro lado en BDSM a una persona que estará siempre dispuesta a controlarnos, a ejercer su poder sobre nosotras, y que nunca se va a equivocar. Porque eso es imposible.

Pero entonces, ¿cuál sería el dominante perfecto? Pues vamos a darte algunas características:

Una persona calmada y paciente. Un dominante bueno ha de ser ducho en su tarea. Hoy día salen muchos “niños” que se hacen llamar “dominantes” porque saben que eso es lo que está de moda y piensan que con atar a una chica, decirle cuatro palabras malsonantes, darle tres cachetadas y calentarla es suficiente para mantener relaciones sexuales. Un verdadero dominante puede que no te toque el pelo en semanas. Y aún así sabrá ejercer su poder, lo notarás, porque te sentirás cohibida a su lado, o hasta un poco asustada y abrumada. Pero sabrá esperar, y sobre todo querrá saber sobre ti antes de hacer nada.

Te escuchará. Un buen dominante escucha y oye (por si acaso no queda claro bien el tema) a la persona que está a su lado. Para él es importante saber lo que quieres conseguir, tus sueños, tus limitaciones, tus miedos. Todo eso le da una imagen de ti, hace que en su mente cavile lo que puede hacer para ayudarte a salvar esos límites (sin forzarte y solo si tú quieres).

Te entenderá. Sin necesidad de palabras. Quizá no al principio, pero conforme más tiempo pase, antes se anticipará a tus reacciones. Que no te extrañe que acabe el juego antes de que tú digas la palabra de seguridad solo porque te ha mirado y has visto que estabas al límite.

Con esto, seguro que ya puedes calificar y descartar a muchos “dominantillos”.

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