BDSM

¿Es BDSM? ¿Es Kink? ¡Qué coño es!

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Hace un tiempo el BDSM causó furor. Debemos darle las gracias al libro 50 sombras de Grey ya que, aunque antes el BDSM existía, y de hecho hay muchos libros que tratan esta práctica sexual mil veces mejor y más realista que el BDSM romántico que se inventó en esta saga de libros románticos, lo cierto es que la dominación y sumisión se enfrenta ahora a una nueva práctica sexual, o quizá no tan nueva.

En alguna que otra ocasión te hemos hablado de las fiestas liberales, de los swingers, es decir, personas que les va el sexo pervertido, que buscan el morbo. A ellos les da igual un intercambio de pareja, una orgía, o cualquier otra práctica sexual mientras que haya morbo. Eso es el kink, una práctica sexual que se confunde muchas veces con el BDSM porque se supone que es una persona la que “ordena” a otra que cumpla con esa diversión y que se busca el morbo.

Pero en realidad BDSM y Kink son dos cosas muy diferentes.

En el BDSM, como sabes, las palabras, sano, seguro y consensuado se han de llevar a rajatabla. Esto quiere decir, que si un dominante decide exponer a su sumisa ante más personas debe aceptarlo la sumisa (consenso) y el Amo ha de velar porque su sumisa pase un buen rato y que nadie, repito, NADIE, pueda hacerle daño y esté a salvo (seguro y sano).

¿Quiere esto decir que en el kink no pasa eso? No es que sea así, pero en el BDSM lo que se hace es por una razón, bien sea por un adiestramiento, por un premio, por un castigo. Y siempre consensuado porque no se trata de que la sumisa se lo pase mal.

En cambio, en el Kink las razones solo se rigen en una palabra: morbo. Quieren morbo y buscan ese fin en todas las prácticas. Mientras que en el BDSM la sumisa quiere complacer a su dominante, quiere que esté orgulloso de ella y al mismo tiempo sentirse bien; en el Kink ambas personas buscan solo el morbo, el placer del sexo, podríamos decir, y la satisfacción que conlleva realizar ese acto. No hay una complacencia para otra persona más que para uno mismo. De ahí tienes la gran diferencia entre el Kink, que podríamos decir que es tener sexo salvaje, y el BDSM, que es tener sexo dominado dentro de un consenso, una seguridad y una sensatez.

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