En 1960 tuvo lugar la llamada “Masacre de Sharpeville”, un acontecimiento que se produjo en Sudáfrica y donde 69 personas, que formaban parte de una demostración pacífica, fueron asesinadas.
Ese día se llevó a cabo una concentración de 20.000 personas que iban a protestar, de manera pacífica, contra el apartheid. En Sudáfrica las leyes racistas exigían la identificación de los negros cuando entraban en áreas diferentes a las consignadas y las personas de la concentración querían que eso se aboliera. Sin embargo, la policía comenzó a disolver de manera violenta la manifestación asesinando a 69 personas e hiriendo a 186 más, la mayoría niños y mujeres.
A raíz de ese hecho, se llevaron a cabo manifestaciones y actividades con el objetivo de eliminar la discriminación racial que dieron lugar a que Naciones Unidas proclamara el 21 de marzo como el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial.
El objetivo de este día internacional es el de eliminar las consecuencias negativas de la discriminación racial. Ban Ki-moon, en su mensaje para celebrar el día recalcó, “la discriminación de que son objeto los afrodescendientes es perniciosa. A menudo, están atrapados en la pobreza en gran medida a causa de la intolerancia, y encima se utiliza la pobreza de pretexto para excluirlos todavía más. Muchas veces, no tienen acceso a la educación a causa de los prejuicios, y luego se alega su insuficiente instrucción como motivo para negarles puestos de trabajo.”
“El Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial es una oportunidad para renovar nuestro compromiso de construir un mundo de justicia e igualdad en el que no existan la xenofobia ni la intolerancia. Debemos aprender las lecciones de la historia y reconocer el grave daño causado por la discriminación racial.” (Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas).
Este año, como los anteriores, se vuelve a celebrar el día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial con el objetivo claro: evitar la discriminación racial y asegurar que todas las personas somos iguales independiente de nuestra piel, de nuestro países, o de nuestras creencias.