Todos sabemos que las religiones han desempeñado un papel muy importante en el ámbito de la sexualidad. Sin entrar a despotricar las creencias y la fe de cada uno, me es imposible defender como en la mayoría de las religiones, por no decir en su totalidad han vetado a la humanidad de una sexualidad sana y responsable.
Parece ser que para ser creyente debemos ser puros y castos, debemos honrar nuestra castidad por encima de todo. Vetan nuestro cuerpo, nuestros deseos, nuestras prácticas. Critican nuestros comportamientos y juzgan nuestros actos.
La anorexia sexual o anafrodisia es un trastorno relacionado con el bajo interés por el sexo y tener una vida de abstinencia sexual de manera “voluntaria”. Aunque creo que habría que hacer mucho hincapié y reflexionar sobre el término “voluntaria”.
Patrick Carnes define la anorexia sexual como “un estado obsesivo en el cual la tarea física, emocional y mental de evitar el sexo domina la vida de alguien. Como morirse de hambre, la privación del sexo puede hacer a alguien sentirse más poderoso y protegido contra las amenazas”. Tras esta completa definición, podemos entender que la persona elige no tener sexo, pero si analizamos los motivos podremos entender que va mucho más allá de una simple toma de decisiones.
No hablamos de una enfermedad de falta de deseo sexual puramente en sí. Hablamos de un trasfondo psicológico, de convicciones, creencias que eliminan casi por completo el contacto con otras personas. Anulan una vida social con normalidad.
Es una patología similar al trastorno de alimentación de anorexia nerviosa. La raíz de esta enfermedad tiene un trasfondo bastante amplio. En la mayoría de los casos procede de traumas de la infancia, abusos sexuales o aspectos personales bastantes definidos como pueden ser soledad, perfeccionismo, auto exigencias, sentimiento de inferioridad o baja autoestima… En la mayoría de las ocasiones, las personas con esta enfermedad sienten que se les escapan muchos aspectos de sus vidas, que no tienen el control. El poder controlar la comida, o en este caso su sexualidad o impulsos, pueden saciar o cubrir esta necesidad. Es meramente un engaño psicológico. Necesitan sentir que tienen el poder sobre sus vidas, más que de sus estómagos o pulsiones sexuales, y todo esto es solo la punta del iceberg de una enfermedad del S.XXI.
Con la anorexia sexual ocurre exactamente lo mismo, el origen es casi idéntico y el sentimiento de control sobre sus impulsos sexuales es exactamente igual. Mantener las relaciones sexuales al margen de sus vidas, les ayudará a obtener un falso poder de sus más primitivos instintos. Y digo falso poder, ya que en la mayoría de los casos, las personas que sufren este tipo de trastornos consumen bastante pornografía o incluso tienen otro tipo de adicciones como alcohol o drogas.
En muchas ocasiones, las personas que sufren anorexia sexual, tienen dificultades para alcanzar al orgasmo o incluso dolores a la hora de mantener relaciones sexuales. Esto es debido a que la sexualidad a pesar de ser un acto físico, las creencias, mitos, tabúes se instalan en nuestro cerebro haciéndonos vivir una sexualidad más o menos placentera en función de los esquemas mentales que tengamos. Considero que la sexualidad a pesar de ser un acto físico, todos en mayor o menor medida tenemos el punto G más excitante y placentero en nuestro cerebro.