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¿Cómo era vivir en la mansión Playboy?

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Creo que, todos y todas, conocemos la mansión Playboy. Era la mansión de las “conejitas”, y se hizo muy famosa desde que el fundados, Hefner, creara la revista Playboy y, poco después, la mansión Playboy para rodearse de mujeres.

Muchos pensarán de la mansión que estaba lleno de glamour, belleza y que, obviamente, allí el sexo estaría muy presente, aunque no lo realizaran. También el que las mujeres fueran con su traje de conejitas y que estuvieran receptivas a caricias y tocamientos.

De hecho, el propio Hefner dijo: “Lo que quería era crear un fenómeno ‘pin-up’ dedicado a la chica de al lado. La belleza está en todas partes: en el campus, en la oficina o en la puerta del vecino. Ese era el concepto. A las chicas buenas también les gusta el sexo, es una parte natural de la vida. No hay por qué avergonzarse”.

Pero parece que las cosas no eran así. Primero, muchas chicas dicen que, para poder estar ahí y ser una “conejita”, había que pasar un test de iniciación y eso era acostarse con Hefner al menos una noche.

Una vez entrabas, tenías que acatar las reglas que se imponían, como no aparecer borrachas en ninguna fotografía, no volver más tarde de las 21.00 horas a la mansión, no permitirse el acceso a novios o invitados personales, mantener siempre un aspecto cuidado y una imagen impecable, etc. Si fallabas, recibías un email de aviso y, si era reiterado, te expulsaban y no podías volver nunca más.

Quizá en la época más floreciente de la mansión las conejitas recibieran algo de dinero a la semana por estar allí (dinero que, en ocasiones, tenían la obligación de gastar en ropa), pero en los últimos años la mansión solo servía para alojarte y que te dieran de comer. Además, si antes se premiaba a la mejor conejita del año con un Porsche, en los años sucesivos se regalaba un Mini Cooper y solo para disfrutarlo un año.

Lo sentimos si el mito ha caído para muchos.

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