Los estímulos son un dato importante para nuestros sentidos, es el insumo básico para el placer, pero no es suficiente, lo que pensamos sobre lo que sentimos es aquello que enciende la imaginación, cómo nos anticipamos a ese placer físico, cómo lo construimos mentalmente, cómo lo vinculamos con el afecto, como lo tejemos con las emociones, cómo lo convertimos en acciones, haciendo un entramado único, subjetivo y distinto que es otra expresión de lo que somos, de quien somos, de nuestro carácter único.
Nuestra sexualidad no está sólo circunscrita a la mecánica del coito, es nuestra identidad, nuestra orientación, nuestras preferencias, la intimidad y el erotismo, es un diálogo permanente entre la fisiología y la sociedad. En la excitación y el placer interviene nuestra psicología, y a su vez ésta está imbuida de símbolos compartidos por la cultura . El ejercicio de una sexualidad placentera es un deseo de todo ser humano, y muchas veces queda relegado por otras obligaciones que consideramos más urgentes. No nos olvidemos de elementos como libertad, espontaneidad, comunicación asertiva, respeto y ternura, pues estos son determinantes para una entrega total al placer del sexo.
En el contexto multifactorial de placer hay que tomar en cuenta las variables biológicas, nuestro deseo es una combinación de neurotransmisores y hormonas sexuales, si algunos de éstos esta bajo, y muy probablemente lo esté por el efecto ansiogénico de la vida actual, será más difícil que entremos en una actitud erótica, sin embargo, es preciso acotar que la sexualidad que se trata de aspectos que podemos modificar con emociones positivas y ayuda médica. La sexualidad no tiene fin con la edad, ni la menopausia ni la andropausia determinan el cese del sexo placentero, lo modifican para mejor, imponiendo ritmos más lentos y conectados, distintos al sexo apresurado del adolescente.
Lo que pensamos también influye en el placer sexual ¿Quién puede dudarlo? Personas víctimas de abuso en la infancia o con creencias religiosas limitantes desarrollan esquemas mentales rígidos que les impiden abandonarse al placer, en estos casos la terapia sexológica con aproximación cognitiva conductual es la herramienta más eficaz para modificar conductas y cogniciones; sin el miedo de buscar ayuda porque todos tenemos derecho al placer, es una fuente indudable de bienestar.
¿Actuamos en coherencia? Muchos no nos detenemos a pensarlo porque estamos atrapados en una cadena de acciones automáticas, y el sexo no escapa a ello, nos volvemos predecibles con lo que nos funciona, y ya ni pensamos en ello. Para alcanzar una sexualidad placentera es preciso actualizar el repertorio de conductas afectivas, eróticas y sexuales, sorprender a la pareja, y sorprendernos probando cosas nuevas ¿si alguna no te gusta? La descartas y sigues explorando, de forma lúdica, juguetona, con una actitud curiosa.
Por último, y no menos importante, el amor. Y si bien para no todos significa lo mismo, y otros lo separan del sexo con facilidad, el afecto, el respeto y la valoración del otro son elementos que deben estar presentes en toda relación sexual, así sea ésta casual. Sin embargo, considero que es con la pareja donde podemos acceder a un grado de complicidad erótica que potencie nuestro placer mucho más, y esto es posible porque se genera una comunicación con códigos propios, empatía, reciprocidad, autoestima y una conexión que trasciende a lo físico pero que se alimenta del placer que disfrutan, y se prodigan, los dos.