Hay muchas cosas sobre el cuerpo humano del hombre que, aún hoy día, son todo un misterio. Y una de ellas que afecta a las mujeres, es el semen. ¿Es realmente el semen de tu pareja como debe ser? ¿Es bueno o malo? ¿Puede contener enfermedades?
Hablemos sobre el semen
El semen, para ser considerado sano, debe ser de color blanco lechoso o bien ligeramente grisáceo. De hecho, no acaba ahí todo, justo después de la eyaculación se vuelve más pastoso y unos 25-30 minutos después es claro y casi líquido. Ese cambio en su estado ayuda a que haya más oportunidades de quedar embarazada.
El semen tiene un olor y un sabor particular que va a depender de cada persona. No podemos decirte a ciencia cierta a qué huele o a qué sabe, ni siquiera podemos decirte si te va a gustar o no porque el de cada hombre es diferente. Y es más, cada hombre lo puede hacer diferente de un día a otro (o en el mismo día) dependiendo de lo que coma y beba porque influye, y mucho, la alimentación.
Para que te hagas una idea, el semen está compuesto de esperma, proteínas, fructosa, que ayuda a energizar el esperma; y líquido seminal. Tiene un pH de 7-8 por lo que es alcalino y es lo que lo mantiene vivo cuando entra en contacto con la vagina. Esto hace que algunos expertos consideren que el semen huele como a amoniaco o a blanqueador y sabe algo dulce o salado.
Cuando el semen no tiene ese aspecto entonces podemos empezar a preocuparnos. Por ejemplo, un semen de color amarillo o verde opaco puede significar que hay una enfermedad de transmisión sexual, normalmente una gonorrea. Lo mejor es acudir al médico en esos casos para que haga pruebas ya que, como te hemos dicho antes, no es lo normal.
También el semen puede ser color rojo o marrón. Si eso pasa y vuelve a su color normal no hay que preocuparse pero si no es así puede haber un problema grave (por ejemplo que se haya reventado un vaso sanguíneo en la próstata o algo peor) y hay que acudir de inmediato al médico.