BDSM

¡Vamos a dar azotes!

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Seguro que tu pareja, en algún arrebato pasional, te ha dado un azote. A lo mejor te ha gustado, o te ha sorprendido pero no te ha parecido mal. De hecho, es una forma de introducir un poco de dolor en las relaciones sexuales y, obviamente, es una de las actividades que se llevan a cabo en BSDM.

A la hora de azotar, lo más normal es que sea con las manos pero, en las prácticas de dominación y sumisión, éstas se quedan cortas y se pueden utilizar muchos otros elementos como son:

Las manos. Es lo más básico y a menudo lo que primero que se utiliza. Aunque podamos pensar que con la mano no se hace mucho daño, lo cierto es que cuando pasan varios minutos sí que puede llegar a doler la zona (y también la mano) por lo que no se usa a menudo o, si se hace, es porque se disfruta y es poco tiempo, o porque se van intercambiando varias personas para dar azotes con la mano (por ejemplo, en un castigo público a una sumisa que deben darle cien azotes y ella aguantarlos. Esos azotes no tiene por qué darlos solo el Amo, puede pedir ayuda de otros amos para que también disfruten).

Elementos planos. Otra opción que se tiene es el de un objeto que tenga una superficie plana. Los más habituales son las reglas, palas de madera, espátulas, etc. Tienen la habilidad de provocar más dolor pero también dejan una marca sobre la piel que, si se abusa, puede provocar contusiones o moratones. Se suelen usar solo en personas que ya son experimentados (tanto dominantes como sumisas).

Látigos. Aquí ya vamos a palabras mayores. Tanto los látigos como las fustas, floggers y demás tienen un inconveniente: a veces no sabes dónde van a dar. Esto quiere decir que, si no se tiene cuidado, se puede golpear una zona muy sensible y hacer un daño que está muy lejos del daño erótico del BDSM. En este caso los látigos solo deberían usarlos personas verdaderamente experimentados, ya que puede haber muchos peligros.

¿Te animarías con algún tipo de azote?

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