A lo largo de la historia de la humanidad, en la mayoría de las civilizaciones se ha vivido un patriarcado extremadamente marcado, ya sea por raíces sociológicas, culturales o morales. Una organización social dirigida por el género masculino, excluyendo a las mujeres de toda actividad e incluso de algo tan íntimo como la toma de sus propias decisiones. Las mujeres hemos tenido que ir luchando constantemente por unos derechos de los que hemos sido privadas. Hemos luchado por principios fundamentales en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, tanto social, laboral o personal. Una lucha que en la que se ha derramado mucho sudor, lágrimas y sangre.
A pesar de que hoy por hoy quedan muchos ámbitos por los que luchar y lograr una verdadera igualdad entre ambos géneros, reconozco que se han logrado bastantes derechos para las mujeres. Y todo esto ¿Para qué? ¿Para llegar hasta el punto de usar nuestro propio placer como castigo hacia el género masculino? ¿Para castigar a nuestras parejas sin sexo? ¿Para usar nuestra propia sexualidad como arma arrojadiza contra nuestro enemigo? ¿Para privarnos de sentir una sexualidad? ¿Para explotar nuestra intimidad como penitencia de nuestros compañeros de lecho?
¡Me asusta, me asombra, me impresiona, me deja anonadada y perpleja que hoy por hoy, muchas mujeres usen el celibato como castigo! ¿Castigo para quien? ¿Solo disfruta el sexo el hombre? ¿Las relaciones sexuales son un premio a nuestras parejas? ¿Nosotras las mujeres no disfrutamos del mismo placer?
Estas “armas de mujer” me recuerdan a la comedia Lisístrata de Aristófanes de la Grecia Clásica. Dónde las mujeres se ponen en huelga sexual para que sus maridos no vayan a la guerra. Utilizan su propio placer sexual en busca de un objetivo, la paz. Dicho así, suena bastante optimista y esperanzador. Pero hablamos de la época de una Grecia clásica, y supongo que ha llovido bastante desde ese entonces. Nuestra civilización habrá tenido que avanzar, y nuestros comportamientos y valores han tenido que evolucionar… “algo”.
Les dejo un pequeño fragmento de la obra, donde las mujeres hacen el juramento de celibato en busca de la paz. Cada uno que saque sus propias conclusiones del parecido.
JURAMENTO INICIAL (FRAGMENTO)
Lisístrata: Lampito, todas las mujeres toquen esta copa y repitan después de mí: no tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante.
Cleónica: No tendré ninguna relación con mi esposo o mi amante.
Lisístrata: Aunque venga a mí en condiciones lamentables.
Cleónica: Aunque venga a mí en condiciones lamentables. (¡Oh, Lisístrata, esto me está matando!)
Lisístrata: Permaneceré intocable en mi casa.
Cleónica: Permaneceré intocable en mi casa.
Lisístrata: Con mi más sutil seda azafranada.
Cleónica: Con mi más sutil seda azafranada.
Lisístrata: Y haré que me desee.
Cleónica: Y haré que me desee.
Lisístrata: No me entregaré.
Cleónica: No me entregaré.
Lisístrata: Y si el me obliga.
Cleónica: Y si el me obliga.
Lisístrata: Seré tan fría como el hielo y no le moveré.
Cleónica: Seré tan fría como el hielo y no lo moveré.
Lisístrata: ¿Todas han jurado? Mirrina: Todas.
La Mirilla de Cupido, Nass Marrero.