Seguro que si te ponemos un ejemplo vas a saber exactamente lo que es el BDSM mental. Por ejemplo, cuando eras pequeña y tu madre te decía “no toques eso” y tú, como niña que eras, lo tocabas. Cuando mirabas a tu madre, lo que veías en su rostro era una advertencia, y si aún así seguías, lo siguiente era que te apartaba de ese objeto y te castigaba. ¿A que sí?
Las miradas dicen que son una forma de dominación y que un verdadero Amo, uno con experiencia y con una gran capacidad, es capaz de dominar a su sumisa sin articular ni una sola palabra, como tampoco la de ejercer una dominación física. Se basa solo en el control de su cuerpo de tal manera que, cuando quiere algo, solo cambia su cuerpo.
Algunas sumisas que han experimentado este control comentan que es como si el cuerpo entero irradiara poder, y que, con una mirada, supieran exactamente lo que tenían que hacer. Por supuesto, esto no es algo que se pueda hacer mágicamente. No hablamos de que encuentres a un Amo y que, al mirarte, sepas lo que tienes que hacer. Requiere de un entrenamiento y de mucha práctica y tiempo con esa persona para conocerle.
Sin embargo, también dicen que, por el vínculo que se crea con la sumisa, y la conexión así como conocimiento de ambos, hace que sea una de las dominaciones más buscadas entre las sumisas. ¿El problema? Que hablamos de un caso muy extraño que no suele ocurrir a menudo y que solo los dominantes que llevan mucho tiempo en el mundillo son capaces de realidad.
De hecho, advierten que llevar a cabo un control mental sobre una sumisa cuando se es inexperto puede provocar muchos problemas, primero porque la sumisa puede no estar preparada y no entender lo que el Amo quiere y este pensar que se rebela o que no quiere cumplir la orden y castigarla cuando no tiene por qué hacerlo. Si eso pasa, puede provocarse un daño irreparable en la relación e incluso en la confianza para con esa persona.