Ponte en situación: ¿alguna vez te ha pasado que, después del sexo, de una buena sesión con tu pareja o un polvo, de repente te sientes culpable, con muchas ganas de llorar y queriendo salir de allí y borrar todo lo que ha pasado? No te preocupes, no eres rara, pero sí que puedes estar sufriendo un problema llamado: distrofia postcoital.
Aunque no lo creas, tu cuerpo funciona de manera correcta, y el sexo ha ido bien, no es una consecuencia de las relaciones sexuales que has tenido pero, tu mente, ha ido más allá y se sabe que el 50% de las mujeres pueden sufrir de distrofia postcoital, bien de manera puntual o en rachas. Ahora bien, ¿por qué ocurre?
Entre las causas por las que se da este problema, la principal suele ser a nivel hormonal porque, como sabrás, cuando se disfruta de una relación sexual, el cuerpo segrega dopamina, una hormona que hace sentir euforia y emoción. El problema es que, para contrarrestar ese efecto, y sobre todo tras el orgasmo, el cuerpo segrega prolactina que es una hormona que nos vuelve a la realidad, que baja esa euforia. Y ahí es donde tenemos el desequilibrio, que si el cuerpo segrega demasiada prolactina, hace que nos produzca una depresión.
Esto no quiere decir que no queramos a la otra persona, o que no lo hayamos pasado bien, o incluso que seamos inestables por salir corriendo en esos momentos, es algo que puede afectarnos hormonalmente y que no podemos evitar en esos momentos. Lo más difícil de este problema es que no tiene solución ya que muchos médicos no recomiendan un control hormonal y las hormonas que se controlan suelen ser otras, no precisamente la prolactina.
Aún así, si el problema va a más, conviene acudir al médico para ver qué se puede hacer y, sobre todo, hablar con la pareja para que entienda el problema que tienes y pueda ayudarte a darle una solución que ayude a ambos.